Martes 5 de Marzo de 2013. Cuaderno
de Bitácora de la nave "Familia".
Escribe el oficial científico de
a bordo, Dr. Joseph ClickPadres. Debido a la extraña desaparición del Capitán
Realidad, como oficial de mayor graduación; me veo en la obligación de tomar el
mando de la nave. Sospecho que nuestro desaparecido Capitán, aprovechó nuestro
paso por el “Estrecho de los Expertos” para abandonarnos. ¿Le pudo la
responsabilidad y la carga de nuestra misión? ¿Le pudo la realidad de las
circunstancias? ¿Escuchó tal vez el canto de las “expertas” sirenas? ¿Enloqueció al darse cuenta del tremendo desfase entre "experta" realidad pretendida y realidad cotidiana familiar? Me temo
que no volveremos a tener noticias suyas.
Dejamos el puerto de Ignorancia
hace tres meses con la intención de localizar la fuente de la seguridad en
Internet. Han sido tres meses de durísima travesía en la que las condiciones
meteorológicas no han acompañado en absoluto. Tormentas, lluvia y fuertes
vientos nos han seguido durante todo el viaje. La moral y el estado de ánimo
de la tripulación están cada día más deteriorados. La desaparición del Capitán no ha
hecho más que empeorar la situación. No puedo mostrar mi desánimo delante de
los hombres. Comienzo a dudar de nuestro objetivo final, pero siento que
debemos continuar. Siento que estamos más cerca que nunca.
Me dispongo a relatar, a riesgo de parecer demente; los hechos acontecidos la pasada
noche. Estando en mi laboratorio, me encontraba realizando pruebas
de mis experimentos cuando de repente, de entre las oscuras sombras de un
rincón de la estancia surgió una figura. En un principio creí reconocer un animal, pero no; era un niño. Imposible! Un niño a bordo? Un polizón? La
pequeña figura fue haciéndose más nítida a media que avanzaba hacia la luz de
la vela que tintineaba sobre la mesa de madera en la que estaba apoyado. Ahora
si que lo veía con claridad. Era un niño de unos once años, pálido con unos
grandes y brillantes ojos negros. Empapado de la cabeza a los pies, se acercó
despacio y me susurró sin dejar de mirarme directamente a los ojos: Soy un duende
del Mar de la Web. Vengo a felicitaros por vuestro coraje y a revelaros el
secreto que tanto ansiáis. La fuente de la Seguridad en Internet no existe. La
fuente de la Seguridad en Internet la lleváis cada uno de vosotros dentro.
Vuestra constancia y perseverancia, junto al sentido común y al trabajo en
equipo de toda la tripulación de la nave Familia; son las llaves que abrirán vuestro ansiado cofre de la Seguridad en Internet.
De repente, escuché un gran
alboroto que provenía de arriba; al girar la cabeza la pequeña figura se había
desvanecido por completo. Subí las escaleras tan rápido como pude y al llegar a
la puerta de acceso a la cubierta, tuve que taparme los ojos con
las manos para protegerme de los rayos de un Sol radiante que deslumbraba con fiereza desde el cielo. El
alboroto que había escuchado anteriormente provenía de la explosión de alegría de la
tripulación al sentir de nuevo el calor del astro rey en su piel. El cielo había
extendido su alfombra celeste de gala y en el horizonte por fin, se avistaba un pequeño atolón.
Seguridad! Es Seguridad! – El
rumor se extendía entre los hombres a toda velocidad pero mantuve silencio. Un sentimiento de
tranquilidad y esperanza me recorrió el cuerpo. La travesía había sido muy dura y todos nos
merecíamos un descanso. Descansamos dos jornadas en lo que resultó ser la pequeña Isla de las TIC y continuamos
navegando hacia el Mar de la Educación Activa. Esta vez ya, sin utópicos
objetivos. Esta vez navegamos por el placer de navegar. Esta vez navegamos por
el placer de aprender y educar. Pero esa ya, es otra historia.
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