sábado, 15 de junio de 2013

El viento de los sueños.

Leemos un cuento?

Era una noche como cualquier otra noche de lluvia. Silencio, oscuridad y el sonido del agua viva cayendo y abriendo pequeños ríos en el suelo. No notaba nada especial en el ambiente. Nada me hacía presuponer que iba a ser testigo de un hecho insólito y excepcional.

Alguna vez os habéis fijado en que en las noches de lluvia los caracoles suben al lugar más alto que tienen a su alrededor? No? Fijaos. Queréis que os explique porqué? Pues bien, retomando el punto de inicio de esta historia, esa noche me encontraba en el patio trasero de casa, de madrugada, cuando observé a una gran cantidad de caracoles que poco a poco subían buscando un lugar elevado, en un muro, en los árboles y en los arbustos. En las paredes de casa se daba cita una auténtica maratón en busca de la chimenea.


Noto una sensación extraña en los oídos, un zumbido, un rumor. Acerco la oreja a la pared y esto es lo que escucho:

-         Tonto el último!-
-         Babo, eres un pesado. Siempre haces la misma broma-

La cena me ha sentado mal, no puede ser. Y acerco de nuevo la oreja a la pared:

-         Yo seré pesado, pero llego el primero y cogeré el mejor sitio.
-         Guárdame un sitio a tu lado!
-         No decías que era muy pesado, jajaj-

La primera intención fue salir corriendo en busca del teléfono móvil para grabar aquello que estaba pasando, fuese lo que fuese. Pero me senté en una de las sillas y me limité a observar y a escuchar:

-         Venga, rápido, que ya está aquí!- Anunciaba el primero de los caracoles que alcanzó la cima de la tapia.

¿Qué era lo que estaba aquí? Pues era ni más ni menos, el viento de los sueños. Un aire que los recogió uno por uno y se los llevó envueltos en una espiral de vapor, sonidos muy suaves y colores brillantes. Una espiral que le dio a cada caracol una nueva forma y vida según los sueños que habían acumulado a lo largo de su vida. Hubieron que se transformaron en caballos, otros en gatos, algunos en fieras salvajes. Algunos pocos incluso se transformaron en peces y pájaros, pequeños, medianos y grandes.

Al igual que salen disparadas las chispas de un castillo de fuegos artificiales, cada ser salió disparado en una dirección y la espiral, los caracoles y los animales desaparecieron.


Me levanté de mi silla y me fuí a la cama pensando:

"Cuidado con lo que sueñas por que alguna noche de lluvia quizás te toque el viento de los caracoles".




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